Se pretenden generar políticas públicas y programas para combatir la discriminación estructural en educación, salud y acceso a oportunidades de empleo, pero también es necesario reconocer los sistemas de vida e impulsar la inclusión de las culturas y costumbres históricamente vulnerables en la construcción identitaria de la ciudad.
En la sociedad siempre existe algún colectivo de personas que, por diversos motivos, sufren riesgo de exclusión social. Se trata de aquellas personas que por su condición son total o parcialmente excluidos de una participación plena en la sociedad de la ciudad en la que viven.
Los colectivos de riesgo de exclusión social son principalmente personas que tienen alguna de las siguientes características: Personas con capacidades diferentes, discapacitados, personas inmigrantes y minorías raciales, personas sin hogar, mujeres, personas adultas desempleadas, personas jóvenes recién tituladas y personas en paro de larga duración.
Concretamente, el colectivo de personas desempleadas continúa siendo especialmente vulnerable en nuestra sociedad en las más mayores y las recién tituladas, que tienen verdaderos problemas a la hora de encontrar un trabajo. Esta circunstancia les priva de oportunidades, les dificulta el acceso a recursos económicos y sociales y, por lo tanto, les aleja del resto de la sociedad en la que conviven. En el caso de personas paradas de larga duración, estas consecuencias son todavía más visibles y por lo tanto su situación es notablemente más difícil.
ODS
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